Al pie de mis fotos pongo lo que siento cuando las veo. Al pie de mis fotos pongo palabras que solo yo entiendo para cuando quiera recordar. Empecé creyendo que escribía lo que yo quería ver, primer error. Quería escribir para los demás. Entendí que mi alma no habla con palabras que quepan en ese idioma. Luego viajé entre libros, entre sus autores y sus frases, las que no eran sorpresa para nadie, las que ya habían sido mencionadas por todos. Siempre queriendo ser mis iniciales quienes las firmaran.
Una evolución constante de lo que pienso. De escribir llevo años, pero de saberlo sólo días. Y de esos días, uno de ellos me llevo a querer más mis letras juntas. Ese día en medio del tiempo detenido, releí. Releí no una ni 7 veces. Releí lo de años atrás. Releí lo suficiente para gustarme la sensación que mientras leía llenaba mi corazón. Pase a ser mi fan número uno, a darle vida y sentimiento a cada letra que se junta en el papel del cuaderno o de las nubes.
Empecé a querer cada coma que pongo de más, porque son ellas quienes respetan las pausas que quisiera tener en ese momento. Me dejó de importar si el punto estaba donde iba, porque si ya iba donde estaba es porque mi silencio ahí lo necesitaba. Entendí que al pie de mis fotos no debe ir un idioma diferente al que está al pie de mi ilusión. Ni diferente al que escribe mi alma y solo yo sé leer. Y así al pie de mis fotos van mis letras, las que no son para ti, las que nadie ha leído antes. Así al pie de mis fotos va lo que entendí que merecía ese lugar, porque no había nada mejor para ocuparlo que lo que yo hacía, para mí.
POLVOBRONCE.
SRP.