Y ahí estaba. No sé si yo, no sé si el alma. Pero estaba debajo de su luz. Observando, buscando, respirando. El piso frío y el aire que entraba aún más. Mi mirada al techo y en un rincón a la derecha ella. Ella llamando mi atención. Algo ilusa dije encontrarla sin siquiera buscarla. Pero ambas sabemos que fue ella quien me encontró. Logró verme entre las nubes, no las de ella de algodón, no. Entre las mías, de pensamientos. Siguió mi voz, mientras cantaba y me encontró. Estaba ante mí, como si supiera cuánto la necesitaba. Mientras la veía creí muchas veces que se había ido. En realidad solo me daba tiempo para pestañear. Indescifrable y por eso tal vez interesante, para mí. Aún no comprendo su magia. Sí, nuevamente ese afán mío de querer entenderlo todo. Querer saber porque mi alma se emociona cuando la ve. Ella sabe que preguntar es parte de lo que soy, le pregunto todo el tiempo. Incluso sin dejar tiempo para escuchar si está respondiendo. A veces he creído que me habla pero el reloj ha marcado las 2 am y no he podido saber si estoy soñando cuando lo hace. Sé que me enamoró hace poco. Me dejé seducir por sus curvas y aprendí a quererla medio llena y medio vacía. Me enseñó que admirarla solo cuando está llena, sería quererla solo en su mejor momento. Algo posesiva, sin que eso me moleste. Se despeja cuando me distraigo como reclamando mi atención. Realmente creo que fue ella quien me enseñó a hablar el silencio. Tiene el poder de que las lágrimas cesen cuando la miro, poniendo palabras en mi cabeza. Una tras otra. Van tan rápido que me toma 2 minutos darme cuenta de lo que es. Todo es sobre ella. En eso parecidas, en eso y en amar la falta de luz. Me gusta preguntarme a qué huele y si tendrá lugar favorito. Siente frío o es fría? Esta donde quiere estar o donde le toca?
Polvobronce
SRP